A comienzo de este nuevo año, tenemos varias ideas claras. Al menos uno espera eso. Una de esas ideas es que nuestros datos andan sueltos por ahí, sin control y sin la más mínima posibilidad de suprimirlos.
Cuando uno habla de datos personales con otras personas, de carne y hueso como nosotros, parece que la preocupación es exagerada, y como el “entregador” de su propia información no tiene nada que ocultar entonces no es tan malo que los datos anden por ahí, vaya a saber uno por dónde.
Pero la mala noticia es que por cada dato que uno entrega pierde un poquito más de libertad. ¿Será para tanto? Vamos a ver que sí.
No vamos a caer en la tentación de dar definiciones jurídicas. Pero sí me pareció muy buena la campaña de una ONG llamada Coalizão Direitos na Rede que decía “Seus Dados São Você”, y que claramente enseña que un dato personal es cualquier información referente a la persona. Cuando decimos que cualquier dato, es cualquier dato y por eso me parece obsoleto seguir hablando de datos sensibles. Todos los datos son útiles, y pueden ser usados para coartar tus libertades.
¿De qué modo te perjudica estar dando información por diestra y siniestra?
En primer lugar y lo que todos sabemos, nos afecta siendo esclavos de publicidades, hiperfragmentadas. Hay a quienes ni siquiera les molesta esa total y absoluta intromisión en sus vidas, al punto de estar hablando cerca de nuestros celulares de vacaciones y “por arte de magia” aparecen en nuestro ordenador publicidades de hoteles y destinos donde vacacionar.
Pero, eso no es lo más grave. La realidad nos demuestra que todos y cada uno de los datos recogidos tuyos van a parar a diferentes “carpetitas” (para que se entienda bien) y cada una de esas carpetas se utilizará para tomar decisiones que te incumben diariamente. Por ejemplo, vas a pedir un crédito al banco y ese banco va a revisar tu carpetita, y a partir de ahí va a decidir si te lo aprueba o no. ¿Pero que hay en esa carpetita? No lo sabemos y es muy probable que no lo sepamos nunca. Ese es el problema.
Abro un paréntesis. El que a esta altura de la lectura, y peor si es abogado, me habla de los derechos de habeas data, derechos a la información y otros relacionados no entendió nada de nada.
Siguiendo con el tema, imaginen ahora ustedes que podría suceder si quiero contratar un seguro de vida, y la decisión dependerá de la información en esas carpetitas. O vayamos al más extremo de los supuestos, quiero contratar un plan de salud. ¿No es tan grave? ¿Y si viviéramos en una sociedad donde los ciudadanos son calificados por sus conductas? En China ya se habla de eso.
Pero acá no se trata de asustarlos, sino de aterrorizarlos. ¿Ustedes realmente creen que esas carpetitas son confiables y neutrales? ¿Creen que los algoritmos que en definitiva deciden son transparentes?
Ahora bien, vamos a desarrollar la idea del título de esta nota, porque lo que hagas de tus datos personales poco me interesa. ¿Sos consciente de la enorme cantidad de información que estás entregando a las empresas de tus hijos, sin que ellos tengan el más mínimo derecho a decidir? La mejor guía que te puedo dar es que mantengas en privado la vida de tus hijos.
Nota publicada en el diario El Cordillerano.
Abogado Argentino especializado en Derecho informático y Nuevas Tecnologías. Docente e Investigador en UES 21. Director de consumidorenlaweb.com